Cielo gris, tierra húmeda, viento fresco. Las mantas rodeando mi cuerpo y alejándome cada vez más del mundo, de mi entorno, llevándome sin poder negarme a la calidez de la cama, seduciéndome con la promesa de una cálida mañana en un día claramente frío.
El aroma del café, habitando en cada partícula, apropiándose de todo lo que toca, penetrando en cada resquicio del cuarto.
Y las ásperas hojas de un buen libro, que hace mucho fue nuevo. Me lleva a navegar, a perderme en mundos que ya no son y que quizás ya nunca serán.
En fin, es buen día para leer.
Reyan fuera